La sucesión de casos positivos de coronavirus en la ciudad de Chacabuco ha generado un cambio en el "humor" social de sus habitantes. Hace una semana muchos sostenían que era necesario autorizar la atención al publico en los negocios porque en la ciudad o las localidades no había enfermos y los controles de la Municipalidad eran efectivos.
Volver a Chacabuquero.
Ahora el intendente Víctor Aiola se encuentra en una encrucijada. Tiene autorización de la provincia para avanzar con la flexibilización de la actividad comercial pero debe desentrañar la raíz epidemiológica del contagio.
El primer caso detectado fue el de un comerciante de productos esenciales. Si la Municipalidad no ordenaba cerrar las verdulerías, muchas de ellas seguirían funcionando a pesar de que sus responsables pudieron estar en contacto con los mercados Panochi y de la colectividad boliviana de Escobar, posibles focos infecciosos en estudio también.
El sábado fueron cerrados cuatro negocios porque de allí venía la verdura que ofrecían, y se clausuró otro porque no pudo demostrar de donde provenían sus productos. También se desinfectaron dos locales que eran atendidos por gente que fue puesta en cuarentena monitoreada.
Hay personas dispuestas a exponerse al virus para comprar elementos necesarios como comida y medicamentos, pero también innecesarios como los cigarrillos. ¿Lo harán ahora para probarse una remera o un par de zapatillas?
Los comerciantes también están expuestos al tener que dejar ingresar a personas que muchas veces no conocen mucho más que de vista.
La posibilidad de que regrese la atención al público en los negocios necesita la aplicación rigurosa de protocolos de bioseguridad para que los vecinos se sientan seguros, y efectivos controles de parte del Estado.
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