lunes, 20 de agosto de 2018

"El 50 por ciento del tratamiento contra el cáncer depende del estado de ánimo"

Vecina cuenta su experiencia en la lucha contra esta enfermedad.



Jorgelina Basile se encuentra realizando una colecta de cabello e insumos para María Rita Fournier, presidente de la asociación Pelucas Solidarias, de  Nueve de Julio.
La vecina fue diagnosticada con cáncer de mama hace cuatro meses y en la entrevista comenta cómo decidió enfrentar la enfermedad y por qué razón lo hizo. Es acompañante terapéutica y trabaja con personas de la tercera edad. Además, integra la nueva comisión directiva de Alcec Chacabuco, que preside Marcos Gallina.




Las personas que quieran colaborar con la colecta de cabello pueden concurrir a la casa de Basile, que está ubicada en Ituzaingó 206, o contactarse con la vecina a través de su perfil de Facebook, bajo el nombre Jor Basile.

–¿Cómo surge esta propuesta?
–La idea es ayudar a otra gente. Yo llegué a María Rita, de Nueve de Julio a través de Facebook, por una amiga que la contactó. Le comenté mi caso y en tres días ya tenía la peluca en Chacabuco. Como no recibe dinero por más que uno quiera pagarle, se me ocurrió organizar una colecta de los insumos y materiales que ellos usan para armar las pelucas. Voy a hacerlo durante todo agosto y en la primera semana de septiembre voy a enviar a Nueve de Julio una encomienda con todo lo reunido. Espero que sea una encomienda grande. Es mi forma de agradecerle.

–¿Corta el cabello de los donantes?
–No, la gente me lo trae cortado. De peluquería no tengo ni idea (risas). En octubre María Rita vendrá a Chacabuco invitada por Alcec. Va a enseñar a cortar el cabello, además de cómo hacer pelucas y cortinas con cabello donado. Las dejará para que estén disponibles. Ahora se necesitan voluntarios que quieran aprender y saber que no se cobra ni el corte de pelo ni la peluca. Es todo de corazón y con amor para que la gente pueda llevar esto lo mejor posible.

–¿Cómo lleva usted la calvicie generada por el tratamiento?
–Vengo desde hace años usando un pañuelo por alopecia congénita. A mí no me derrumbó tener que raparme. Sé que a mucha gente, especialmente a las mujeres, lo que les hace mal es la pérdida del cabello por la quimioterapia, pero con las pelucas, las mujeres vuelven a sonreír.

–¿Hace cuánto que usted está en tratamiento?
–Tres meses. Lo mío se descubrió hace cuatro meses y me operé hace meses y medio. En tratamiento de quimioterapia estoy desde hace dos meses. A fines de noviembre termino con todo lo que sea quimio o rayos.

–Usted tenía cáncer de mamas y se operó, además del cabello, ¿eso también puede tomarse como un despojo y generar desánimo?
–En mi caso no, porque priorizo la vida y la calidad de vida. No digo que todos tengan que hacer lo mismo. Tengo dos hijos, una tiene 18 años, ya es grande, pero no estaría bien que se quedara sin su madre. Y tengo un niño de 4 años al que tengo que seguir criando durante muchos años más. Realmente me interesa hacerlo así como estoy, operada pero entera. Si no me operaba y hacía el tratamiento, las probabilidades de estar tirada en una cama son muy grandes, no quiero eso. No me permiten trabajar porque tengo las defensas bajas. Yo trabajo con adultos mayores, no lo hago porque no me deja el médico, pero estoy perfectamente bien. No me siento mal, no me engripé, ni nada, estoy perfecta. Desde mi punto de vista, es una cuestión de actitud. Eso es todo y para mí, no estoy enferma. Desde el mismo día en el que me operaron, la enfermedad ya no está. El oncólogo me dijo que íbamos a hacer una prevención sobre un cuerpo sano porque el tumor ya no está.

–¿Cuánto tiempo dura la quimioterapia?
–En mi caso son cuatro sesiones cada 21 días. A la última la tengo a fin de mes. Luego son doce sesiones semanales y otros 20 días consecutivos  de rayos. Ahí termina todo para mí. Luego necesitaré un control médico cada seis meses. Es lo de menos, mientras tenga la vida, no me molesta ir a un control cada seis, tres o dos meses. Cuando el médico me quiera controlar, voy a ir.

– ¿Cómo vive la enfermedad desde el punto de vista de un acompañante terapéutico?
– Sirve, yo soy mi propio acompañante (risas). Tengo mucho apoyo de mi familia y de mis amigos. Mi familia es impecable y mis amigos, de oro. Estoy en pareja. Agradezco mucho eso. Lo que pongo en el otro cuando trabajo, lo estoy poniendo en mí misma hoy en día. Las ganas que le transmito al otro cuando trabajo es lo que tengo para mí misma. Pero siempre es muy importante el apoyo de la familia y de todos.

– ¿Qué le recomendaría a una persona que es diagnosticada con cáncer?
–Lo que hice es consultar a varios médicos para ver si coincidían en el diagnóstico. No me enojé con nadie, no hay que enojarse ni con Dios ni con el médico que no se dio cuenta antes. Te toca, lo tenés que pasar de la mejor manera. Una vez lloré porque había engordado un kilo. Eso puede pasar por la quimioterapia. Que superficial fui, ¿no? Lloré por ese kilo y no por el cáncer. Hay que enfrentar la enfermedad, es un problema más. Hace 20 años la gente moría de cáncer, ahora no y menos por cáncer de mama, y mucho menos si se lo trata a tiempo. Hoy la medicina está muy avanzada, hay mucho para hacer cuando hay cáncer. Cada tratamiento es único, para cada paciente. Antes había un tratamiento para todo el mundo, ahora, según la biopsia, se hace un determinado tratamiento, eso es lo que hace que tengan éxito. Pero como dicen los médicos, al 50 por ciento del éxito del tratamiento lo pone uno con el estado de ánimo. En mi caso, estuve con mi familia, mis amigos y también soy de rezar mucho. He ido a ver al padre Ignacio, a misas de sanación, eso me hace muy bien. Estoy muy contenta con lo que estoy haciendo con las pelucas. Sé que ha mucha gente les van a llegar gracias a todos estos materiales que se están juntando. Es algo que me tiene muy ocupada.

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