A continuación se transcribe el texto completo de la carta que leyó en la mañana de este viernes Silvina Dalessandro, quien pide que se revoque el beneficio de prisión domiciliaria a Emir Belfortti, quien le disparó dos veces con un arma calibre 38 a su madre, Zulma Funes.
La carta fue leída frente a la Fiscalía local, donde la mujer estuvo acompañada por Las Rojas.
Esto es lo que dice la carta:
Mi nombre es Silvina , soy hija de Zulma Funes, que el día viernes 31 de marzo a las 11 de la mañana del 2017, mientras estaba trabajando en un día común me entero que Belfortti, su ex pareja, con el que estuvo 17 años, le disparó dos veces en la cabeza a matar en la vía pública, dando la misma contra el asfalto cayendo como muerta teniendo desprendimiento de cerebro, pérdida de masa encefálica y destrucción en la zona donde atravesaron las balas, consta prueba tomográfica de lo que digo, también le disparó a quien la acompañaba, con intenciones de matarlo. La bala le perforó el brazo, le entró al pulmón y salió por la espalda.
Las intenciones de matar están comprobadas, porque a Belfortti se le hicieron pericias psicológicas y psiquiátricas que lo comprueban.
Desde el día en que Belfortti decidió disparar con un arma de guerra calibre 38 en la cabeza de mi madre, estamos viviendo un calvario. Esto no sólo marcó el rumbo y futuro de la vida de mi mamá, si no la mía, la de mi hermana de toda familia involucrada, incluyendo la suya.
No puedo sacarme la imagen de ese día al entrar a terapia intensiva y ver la cabeza reventada de mi mamá 3 veces mas grande de lo normal, conectada y perforada por todo el cuerpo.
Que estuvo en esas condiciones luchando contra todos los pronósticos médicos con un 1 por cientos de probabilidad de vida durante 15 días en coma. Después estuvo en sala común sin poder reconocernos por dos meses. En ese momento estaba acostada, ni siquiera se podía sentar porque tenía vómitos, mareos y no controlaba esfínteres. De ahí pasó a un geriátrico común por 10 días esperando lugar en.la clínica de rehabilitación juan 23 de Junín, donde estuvo dos meses. El primer mes seguía acostada en la misma situación, el segundo en sillas de ruedas con pañales, tratando de rehabilitarse, con ataques de pánico, vértigos que no le permitían erguirse y crisis nerviosas, a todo esto continuaba sin reconocernos.
Cuando le dieron el alta de la clínica de rehabilitación, se fue a vivir por 20 días con su madre, debido a su vulnerabilidad, porque se estaba tratando de una persona que no podía satisfacer sus necesidades básicas, no podía pararse, ni bañarse, ni ir al baño sola. ni cortar su comida y llevarla a su boca.
Las secuelas que dejaron las dos balas calibre 38 disparadas por Belfortti en la cabeza de mi mamá, se fueron profundizando y poniéndose a la luz cada día que pasaba: todos éramos víctimas de su trastorno de personalidad orgánico (esto es lo que dice el diagnóstico psiquiátrico), por lo que mi abuela, por preservar su integridad física, no pudo contenerla más en su casa, y mi mamá se fue a vivir a su propia casa con un cuidador de noche, al que también agredió, como a la cuidadora diurna.
Estas situaciones llevaron a la judicialización y logro de internación en una clínica para la readecuación medicamentosa psiquiátrica desde el 3 de enero de este año, previo a la pericia psiquiátrica correspondiente que se realizara en tribunales de familia número 1 de Junín, en donde quedan a disposición los informes correspondientes.
Es necesario nombrar que, además del sufrimiento psicológico que produjo y produce a nuestras familias, el costo de las internaciones y los medicamentos necesarios para afrontar su recuperación, corrió y corre por cuenta nuestra, todos trabajadores y trabajadoras con hogares y menores a cargo.
Teniendo en cuenta esta situación que vivimos desde el 31 de marzo como si fuera una novela de terror, el día 29 de diciembre le fue otorgado al femicida Belfortti, el beneficio de prisión domiciliaria, de lo cual nos enteramos porque lo vimos sentado afuera del domicilio en cuestión tomando fresco, sin que la justicia cumpliera con el deber de notificarnos como corresponde. El mismo no cuenta con custodia ni ninguna seguridad .. ni juicio alguno, ni contamos con ninguna fecha aproximada en la cuestión..
Al mismo tiempo que recibimos una captura de pantalla del grupo familiar de Whatsapp de Belfortti, donde se lo veía haciendo un asado, en un lugar que conocemos no es el domicilio correspondiente a la prisión domiciliaria.
Por todo esto, es que estamos acá pidiendo justicia para Zulma, justicia que sólo se entiende con Belfortti en la cárcel común ¡Ya!, exigiendo que se realice el juicio sin más tardanza y sea encontrado culpable tal como dice la carátula de la causa: portación ilegal de arma de guerra, homicidio agravado en tentativa, homicidio agravado de vínculo en tentativa, homicidio de una mujer cometido por un hombre mediante violencia de género (femicidio) en grado de tentativa. Todo esto con suficientes elementos y testigos que lo comprueban.
Estamos también exigiendo que el estado cumpla con su obligación de contención y acompañamiento de las víctimas directas e indirectas de este caso, tal como lo dice la ley 26485 (patrocinio legal gratuito, asistencia psicológica y psiquiátrica gratuita, atención médica por parte del sistema de salud público).
Estamos pidiendo todo esto porque ese 31 de marzo Belfortti mató en vida a mi mamá, una mujer con proyectos y autonomía, con toda la vida por delante, y ahora es totalmente dependiente y tiene un trastorno neuropsiquiátrico, a tal extremo que no se puede valer por sí misma en absoluto y sin consciencia de la realidad alguna.
Nosotras no tuvimos elección y Belfortti si, como muchos otros machos poderosos que matan y siguen impunes gracias a este sistema.
Pedimos....
¡Cárcel efectiva ya para Belfortti!
¡El estado es responsable!
¡Ni una menos!
Gracias
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