Por el contrario, la fuerza de seguridad que Ud. solicitó que inunde nuestras calles, arremetió, cual león sueltan de las riendas, para que en libertad y gozo de total impunidad saliera en busca de presas a las cuales depredar.
Le escribo con la racionalidad que debe tener cualquier militante político, y con bronca y angustia en mis entrañas. Esta vez, las presas fueron mis hermanos.
La fuerza de seguridad, que se apropia de la calma de nuestra comunidad, esa misma que Ud. solicitó, se lanzó cual buitre sediento de sangre sobre mis hermanos, dos jóvenes de 18 y 24 años. Los golpearon como solo los cobardes saben hacer. A uno de ellos, en un descampado, se dieron el lujo de comenzar la cacería gatillándole a diez metros de distancia, para luego echarse a la comida entre no menos de seis. Lo invito a mi casa, para que relojee los resultados, que se imaginará, no son nada buenos.
No le imploro, no le solicito, no le pido. Le exijo públicamente, libere las calles de nuestra ciudad de golpeadores y potenciales asesinos vestidos de policía. No voy a parar, no voy a dedicar un día de descanso hasta que no modifique su política de “seguridad”. Porque la próxima tendrá un cadáver frente al Palacio Municipal, y ya será demasiado tarde.
Quiero desplazado al personal policial que ejecutó semejante violación a los más elementales Derechos Humanos.
Quiero desplazado al personal médico cómplice.
Quiero fuera de mi ciudad a su fuerza policial, que no tiene otro objetivo más que amedrentar, perseguir, golpear y reprimir ciudadanos.
Quiero desplazado al jefe formal de esta fuerza.
Quiero desplazado de su cargo a su Secretario de Seguridad, Dr. Darío Chiminelli, responsable del delineamiento de la política represiva que nos somete.
Quiero que Ud. Sr. Victor Aiola, Intendente Municipal, principal responsable político de lo que sucede con las fuerzas de seguridad que entre algodones trajo, modifique inmediatamente esta situación, o lamentaremos hechos aún peores.
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Firma: Julieta Garello
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