El diario La Verdad de Junín publicó un artículo que da cuenta del posible hallazgo de la hija luego de 50 años.
Esta es la historia contada por el matutino de la vecina ciudad:
----
----
“Hija te estoy buscando”, es la frase conmovedora que encabezó un larguísimo camino de búsqueda, de recopilación de datos e información, para que María Nélida llegara a abrazar a su hija, esa que le arrebataron a principios de 1964, cuando nació en el Hospital Interzonal “Abraham Piñeyro”.
Recién en 2012, después de toda una vida transformada en un calvario, la mujer pudo sincerarse y con la ayuda y el acompañamiento de sus otros hijos, comenzar a transitar un arduo sendero, que tal vez esté próximo a su fin.
Al parecer, María Nélida Acosta encontró a su hija: sería una profesional que reside en Junín, que ignora su propio origen, y por eso, la precaución de estos días para comunicarle la noticia que seguramente modificará su vida.
La historia
En 1963, producto de una relación adolescente, María Nélida quedó embarazada a los 17 años. Vivía en Chacabuco con su familia y cuando sus padres se enteraron de este “problema o mancha”, como lo llamaban, la encerraron en el viejo Hospital Regional de Junín, donde pasó los últimos ocho meses de embarazo.
“Me dejaron presa, secuestrada, o como le quieran llamar dentro de este Hospital, al cuidado de una celadora. Me habían dicho que era la calle o este encierro, no me quedó otra. Dentro del Hospital perdí la noción del tiempo, me olvidé de los meses y los días, nadie de mi familia me visitaba y mis hermanos eran chicos y tenían prohibido verme”, cuenta la mujer.
En su momento, dio a luz a una niña de ojos y pelito claros. No sabe con precisión el día que fue, pero como era verano, estima que fue durante los primeros días de enero de 1964. “A partir de ese momento, nunca más te vi”, le habla a su hija.
“Mis padres -si así se los puede llamar- te habían vendido, supuestamente a un matrimonio que estaba muy bien económicamente, en el que había un abogado o un médico, y al día siguiente a tu nacimiento me hicieron volver a mi casa y junto a mis hermanos, nos hicieron jurar que mientras viviéramos nunca más se hablaría de este tema”, le sigue narrando la mujer a su bebé, ya crecido.
La vida de María Nélida continuó, a pesar de la opresión interior que la tuvo en jaque tantos años. Conoció a un hombre y se casó, tuvo otros tres hijos y quedó viuda muy joven.
“Nunca le pude contar a mi esposo esta verdad, porque mis padres seguían vivos y tenia mucho miedo”, explica.
Pero, con el paso del tiempo, ya transcurridos 47 años, pudo hacer saber su secreto y se lo dijo a los hijos que había criado sola, a sus hermanos, cuñados, sobrinos... y desde allí, todos buscan a esa hija.
“Hija: quiero encontrarte, no para molestarte ni pedirte nada, solo quiero que sepas que siempre viviste en mí y nunca me arrepentí de haberte concebido. Me gustaría decirte mirándote a los ojos: ¡perdón, hija!”, resalta María Nélida.
A un paso
Según las últimas informaciones y tras este largo camino recorrido de los últimos años, la familia cuenta que “nos llegaron datos muy certeros y verosímiles, que mi hija está en Junín. Una enfermera que yo me acuerdo de apellido Giménez que era la que estaba siempre conmigo, le contó mi historia a alguien hace mucho tiempo, que yo había vivido mientras estuve esperando que naciera mi beba en el hospital. Le contó cómo ella se llevó a mi hija y se la entregó a otra enfermera, pero por esto pude saber que mi niña está viva, que estudió y hoy es una profesional”.
De este modo, las esperanzas de María Nélida de reencontrarse con su primogénita son inmensas. Desde toda la vida soñando el momento, pero con ansias compartidas con la familia desde 2012, porque sus otros hijos también luchan por recuperar una hermana.
Una cruzada que, si el destino termina de mover con bondad los hilos, puede tener un final feliz.
El robo
1964. Verano. Junín. El calor era agobiante, tanto como los 8 meses que María Nélida pasó encerrada en el pabellón de embarazadas del Hospital San José. En todo ese tiempo no pudo ver a sus hermanos ni a sus padres. Esporádicamente veía al tío que la había llevado allí. El parto fue normal, y cuando escuchó el llanto de su bebé se sintió aliviada. Iba a volver a su casa, a Chacabuco, con su familia y con su hija en brazos. Pero eso no fue lo que pasó.
El médico que asistió el parto se le acercó con la nena en brazos, tenía los ojos claros y el pelo casi transparente. No pudo amantarla. Ni siquiera tocarla. La enfermera que fue su carcelera durante el encierro hospitalario, se la llevó y nunca más la vio. Sus padres la trasladaron al pueblo, y los vecinos estaban convencidos que había pasado todos esos meses en la casa de una tía en Buenos Aires. Le hicieron prometer a ella y a sus hermanos que de eso no se iba a hablar jamás. Y así que fue que, mediante la obediencia debida, la familia guardó el secreto.
Hoy, están a un paso de recuperarla y devolverle su verdadera identidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario